lunes, 1 de febrero de 2010
Estando el Señor orando en el huerto Divino
Estando el Señor orando
en el huerto a su Divino Padre,
alzó los ojos al cielo,
derramó lágrimas de sangre,
afligido y sin consuelo.
¡Oh Judas, el traidor,
vendiste al Maestro!
Pues tú no tienes perdón,
que con un hipócrita beso
partiste su corazón.
Miradle por donde viene
el Divino Redentor,
amarrado a una colum
na
como si fuera un ladrón.
Los lirios y los claveles, las rosas y azucenas,
son mucho menos hermosas
que la carita morena
de la Virgen Dolorosa.
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